Imagen tomada de la red |
Nadie en las puertas
Nadie en las puertas.
Nadie en los largos corredores
que conducen directos
hacia las antiguas plazas y viejos campanarios:
Sólo el viento,
testigo del naufragio.
Nadie en los altozanos.
Nadie en las parideras
batidas por el sol
que llevan hasta el fondo de la sombra:
Sólo el grajo
testigo del silencio de la tarde.
Nadie en los largos corredores
que conducen directos
hacia las antiguas plazas y viejos campanarios:
Sólo el viento,
testigo del naufragio.
Nadie en los altozanos.
Nadie en las parideras
batidas por el sol
que llevan hasta el fondo de la sombra:
Sólo el grajo
testigo del silencio de la tarde.