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28 de junio de 2014

ALQUIMIA DE LA VOZ


I

Me agrando el corazón para el caído,
para el ascua que lucha con la nieve.
Para el sol que perdura cuando llueve
y calienta a los pájaros sin nido.

Para el férreo metal que, conmovido
con la mano del hombre, tierna y leve,
somete su vigor, porque se debe
al golpe que lo tuerce convencido. 


Me agrando el corazón aunque a mi muerte
me tilden de voluble, como el viento
que prende desatino en la campana.

Me agrando el corazón porque es mi suerte
sentir la puya, níscalo sangriento,
que a la entrega le borra la desgana.  

Antonia María Carrascal




5 comentarios:

  1. ¿Cómo tildar de voluble a quien alberga un corazón tan hospitalario?
    ¡Qué bello soneto!

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  2. Gracias, Txaro, celebro que te guste.
    Un abrazo.

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  3. A mí también me gusta, Antonia. Esa generosidad trasladada a las musas lo hacen más que atractivo.- Besos

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    Respuestas
    1. También me gusta a mi, así que estamos los tes de acuerdo, jaja. Otro beso para ti.

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  4. Te ha quedado muy bien el soneto, amiga. Te felicito

    Abrazos

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