Páginas

26 de noviembre de 2014

EL HOMBRE QUE TE HABITA

PRESENTACIÓN

Gran día el de ayer. Lugar: La Casa de la Memoria, un lugar con embrujo situado en lo que fueron las caballerizas del Palacio de la Condesa de Lebrija y que data del s. XVI. Hora: Eran las siete en punto de la tarde. Condujo el acto D. Miguel Veyrat, periodista y escritor de innumerables libros de poesía y otros géneros. Libro presentado: EL HOMBRE QUE TE HABITA. Autora: Antonia María Carrascal.



Tarde entrañable. Rodeada de escritores, familiares, amigos, compañeros y antiguos alumnos he de resaltar el cariño que de los concurrentes emanaba. Saludos, palabras cariñosas y luego el acto en sí en el que D. Miguel Veyrat dedicó al proyecto palabras de elogio, su vasta cultura y su calor humano. Sean para él mis sentimientos de gratitud. 

A continuación, copio sus palabras:


EL HOMBRE QUE LA HABITA Y NOS HABITA”[1]
                            _________________________________________________

                                                       Miguel Veyrat

               Pangea, Gaia, Pacha Mama en el Cono Sur americano, Coatíclue o Himalma en Mesoamérica, Rea, Afrodita o Cibeles, pero en cualquier caso, como para los yanomami o “passes” brasileños, una gran criatura cuyos ríos le otorgan el riego sanguíneo necesario para su supervivencia. En definitiva, la Magna Mater romana de la que somos hijos los béticos… por muchos que sean los nombres dados a la protagonista del mito de la fundación de esa Madre Tierra que habitamos desde tiempos primitivos, al menos desde hace cincuenta mil años.
En definitiva, un mito básico en nuestra cultura que todos podemos evocar cuando se refiere a la alianza descrita por Hesíodo  entre Cielo y Tierra, Urano y Gaia  al engendrar a los dioses, los Cíclopes y otros monstruos. “El santo cielo está ebrio por penetrar el cuerpo de la tierra”, nos decía Esquilo en una de sus tragedias perdidas, “Las Danaides”: Todo cuanto existe, el Cosmos, los dioses y la vida, nace de ese casamiento”.

               Así lo creían los griegos que culturizaron Roma, y para cantar sus mitos nacieron los poetas, hábiles en entonar loas a las también femeninas Diosas y Reinas de todo lugar poblado en tiempos en que el varón era considerado solamente hábil para tareas de fuerza, pero no de pensamiento. La poesía fue pues primeramente mágica y después se transformó según las voluntades de los pedagogos y chamanes con los tabúes impuestos a su influjo: Cuando Platón la excluye de la “Paideia” en los Capítulos V y VII de “su” República, es a causa del miedo producido en el poder por la poesía lírica, libre y salvaje, en lugar de la pautada y cantada disciplinadamente por los coros que subrayaban las hazañas de los Héroes; por cierto, mucho más adecuadas a la educación de la juventud que la libertad de acción y libertad de palabra en la Grecia de Pericles, en la cual pese a su reputación de ser la primera democracia de la historia, existía la esclavitud y la sumisión de la mujer al varón.

               Pero diréis que me estoy quizás alejando en este prólogo del objeto que nos ha reunido aquí, en una Casa que lleva el nombre nada menos que de Mnemósine, la Musa de la Memoria. Pero nada más lejos de mi intención: La cantora, ioculatora, narradora de poemas que aquí nos reúne es precisamente una juglar que asume la tarea de defender el buen nombre de esa Patria Común, o Matria, como le gustaba llamarla a Juan Ramón, de cuyos aparentes desechos incluidos el estiércol, miera y minerales más ocultos, estamos todos conformados biológicamente desde la freza o desove humano cotidiano. Tales significados tiene pues, y ya voy al grano, el título del libro que hoy nos reúne, “El Hombre que te habita”, escrito por una maestra de escuela que se enorgullece de su oficio y llamada Antonia María Carrascal.

               Ella ha escogido, puesto que hablábamos antes de las distintas “especies” de poesía desde la épica, mística, amorosa o como arma cargada de futuro, la más pura de las especies poéticas, la que nace de la traducción de la realidad patente y la entona como canto. Del sujeto que mira y cuenta después y que es el eje de nuestra percepción de la identidad y de la sociedad: “el poder fundador del lenguaje para conceptualizar el mundo, nos dirá Steiner desde su magisterio incontestable, ha sido crucial en la supervivencia del hombre frente a las limitaciones biológicas ineludibles, es decir frente a la enfermedad y la muerte. Es la capacidad milagrosa de las gramáticas para crear contraejemplos, proposiciones condicionales, y sobre todo conjugaciones de futuro, lo que ha permitido a nuestra especie la esperanza, el ir mucho más allá de la extinción del individuo. “

               Perduramos, entonces, perduramos creativamente gracias a nuestra capacidad imperativa de decir “no” a la realidad, para construir ficciones de la alteridad, de la “otredad” soñada, deseada o esperada con el fin de que nuestra conciencia la habite. En este preciso sentido, lo utópico y lo mesiánico son figuras de la sintaxis. Pues bien,  consecuentemente este es un libro utópico, que cree con razón que la evolución enunciada por Darwin aún no ha terminado y que por ello cita a un gran conservacionista como José Luis Sampedro en el epígrafe que hace de clave maestra para su constructo, también llamado libro: “No hemos aprendido a vivir como humanidad, la Humanidad está por hacer”.

               Para recordarnos todas estas cosas de modo poético, pues ella sabe que “poéticamente habita el hombre la tierra” como proclamaba Hölderlin, ha escrito los versos que trae ahora hasta aquí después de interrumpir su labor creadora, que quedó plantada como dos jalones en las tierras andaluzas de Córdoba y su Sevilla natal con dos libros en los que ya afloran las semillas que fructificarán en la presente colección de poemas (lo siento pero profeso un odio cordial al sustantivo “poemario”). Es el primero, uno que alcanzó en 1980 el Accésit al Premio en memoria de Ricardo Molina, y que lleva el largo título, “… y ellos nacieron un poema cada día con los que fueron poniendo alas a la tierra”. El segundo se publicó diez años más tarde en la sevillana “Colección Vasija” del grupo “Barro” que ella abandonaría poco después: “El latir de la piedra”, que obtuvo también un accésit y se publicó con enorme éxito de lectores.

               ¿Mas por qué una tan clara vocación a la expresión poética de realidad y las emociones que producen, sufre esas interrupciones en el tiempo? Desde el “Latir de la Piedra” hasta la saga del hombre que habita la tierra y toma su lenguaje de las lascas de piedra que le arranca y el actual, transcurren varios quinquenios…. Antonia María Carrascal, escuchémosla ahora, es aquella que dice:

                             Yo no sé cómo hablarle de mis selvas,
                             de los tigres solitarios que me azuzo,
                             de la fiera incandescente, repetida,
                             que me avienta el aliento en los talones…

               Llevaba entonces dentro de su organismo a la fiera incandescente… diría yo que al igual que los elegidos, como aquellos que, al decir del profesor Steiner,  facilitan con el lenguaje el poder de afrontar la enfermedad y la muerte. Y sus libros, su “libro último” sobre todo, en sus dos partes, “Al pie del infortunio” y “Matris Vocem” refleja esa angustia nacida precisamente de la condición humana, pero también la voluntad decidida de trascenderla y de vencerla; de tal forma, de modo tan intenso como yo  recuerdo que  solamente la pude vivir en un gran poeta y traductor casi olvidado de la generación de los Cincuenta, Alfonso Costafreda, que notando dentro de sí al animal maligno, osaba cantarle y conjurarle:
                                           
                                            Has crecido, raíz,

                                            en el cuerpo, en las manos,

                                            en mí como una parte
visible
                                            de mí mismo,
en el pecho
                                            febril como un sueño palpable.


               Sí, aquí está, muy viva y con afinada voz, ya no como sueño palpable sino en sus versos inspirados Antonia María Carrascal, que tiene la inmensa ventaja no solamente de ser consciente de habitar la tierra como ser humano, amen de la no pequeña gloria de vivir en una parcela del campo fértil de la Vega de Carmona, sino de tener a su lado a un hombre auténtico y que la habita a ella misma a diario. Así reza en las guardas de la cuidada edición, la dedicatoria de su obra testimonial, “A Manuel, un HOMBRE en cuyo compromiso con el planeta subyace la esencia de este libro”.

               A ti devuelvo la voz y la palabra Antonia María, como le gustaba decir a nuestro Blas de Otero.
                                          


[1] Antonia maría Carrascal, “El hombre que te habita”. Edílica/Col. Orippoesía, Sevilla 2014

4 comentarios:

  1. Muy buena presentación Antonia María. me hubiese gustado haber estado presente, escucharle al señor Miguel Veyrat y a ti, hablar de esta obra tuya que me encantaría poder leer. También hubiese sido una oportunidad para conocernos personalmente, algo que me gustaría.
    Muchas felicitaciones por toda tu obra parte de la cual algo he leído. Un abrazo amiga!

    ResponderEliminar
  2. ¡Me encanta El latir de la Piedra! Leído por tu voz es genial!

    ResponderEliminar
  3. Realmente fue un acto muy entrañable. Ojalá hubieses estado allí. También tengo yo ganas de conocerte pero ¿quién sabe? Algún día surgirá la ocasión y si no, la provocamos, jaja. Gracias por los elogios que haces de mis libros. Estoy segura de que te gustará EL HOMBRE QUE TE HABITA porque es un libro por y para el planeta que tan deteriorado tenemos y de camino, un "repaso" a quienes lo maltratan de una u otra forma. En un correo te digo cómo lograrlo. Gracias por todo, amiga. Un beso.

    ResponderEliminar