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14 de diciembre de 2014

EL HOMBRE QUE TE HABITA

Los lectores siguen opinando.

Hoy me ha llegado ésta desde Madrid.

Antonia María Carrascal: el hábitat natural del verso (breves impresiones de un lector amigo)

El hombre que te habita devela el grito de muchos; devela un estallido de conciencia poética de acusado civismo ambientalista que no deja, sin embargo, de ser esa voz certera que engrana en su conjunto un texto de probado lirismo.
Antonia María Carrascal transita en su libro por la vida mancillada de un mundo no salvado aún y necesitado de ese Hombre Nuevo que revisita en sus versos, ya sea mediante sonetos de sobria factura o a través de la versificación libre, despojada de oscurantismos metafóricos o hermetismos insulsos.
El hombre… ahonda en los intersticios del ser moderno, ausente de sí mismo y de su propia suerte como especie. Intenta —y consigue muchas veces— desarmar el entramado de infortunios que ha sido nuestra historia, soslayada a veces en aspectos tan vitales como el compromiso con el sitio donde nos toca pasar de un estado a otro de nuestra existencia.

Me llamo Tierra y Diosa y madre y soy/el vientre que a tu ser ama y sustenta. / Malherida de amor, rota y sedienta/ me agoto sin saber a dónde voy (…)

En este suelo, el hombre/agota manantiales hasta exprimir la teta/que amamantar podría/estériles eriazos (…)

Pero Antonia cree en la salvación, sobre todo en la que anida en la conciencia de ese otro hombre que insiste, que no ceja en el propósito de devolverse a sí mismo y a los suyos la esperanza.

Hoy el hombre camina conmovido/por las sendas que ya no reconoce. (…) se afana en devolver /al agua su estructura, /disolver el veneno/que al aire contamina (…) Y es que el hombre pretende/ reconquistar la tierra prometida (…)

Los veinticuatro poemas que conforman el libro podrían leerse como un único gran poema/reclamo, que si bien trasciende su Sevilla natal, alude sin remilgos al ahora herido de su terruño peninsular, sin dudas punto de partida y eterno retorno de cada imagen salida de su vientre poético, de donde nacen también las urgencias de otra de sus constantes: la mujer, como figura liberadora, perfectamente capaz de latir de modo independiente y a la vez devuelta al estado prístino de amante portentosa.

 Te amaré porque sé que ignorante olvidaste/que tu vida y mi vida   transcurren a la par, /que si arañas mi cuerpo es tu cuerpo quien   sangra; /porque si yo me agoto eres tú quien se agota (…)

Destaca en su poesía la gracia del verso limpio, el alto vuelo de imágenes precisas, en ocasiones cercanas a la conceptualización de un ensayo o manifiesto, pero perfectamente situadas en el ámbito de la denuncia. Llama la atención la recurrente idea del fin próximo, preapocalíptico si se quiere, moderadamente nominalizado en el término agotar. Es quizás la palabra clave para llegar al centro mismo del poemario, para entender las pistas que nos va dejando en su bregar lingüístico.  Antonia prefiere decir antes que impactar; prefiere la palabra dura, filosa, antes que el torrente inasible de asociaciones de dudosa consistencia, algo que desafortunadamente va tomando cuerpo en la actual poesía española, más dada a la comercialización de la «belleza» gratuita que al necesario regreso a la esencia misma de lo genuinamente poético.
El hombre que te habita es un libro rotundo. Su fuerza radica en el compromiso patente con el planeta que habitamos, con las causas más nobles y en esa perenne rebeldía con causa que emana de sus versos. Pero insisto, es un texto cabal, que de igual modo que deja salir el desaliento permite la entrada de los pequeños pasos, de las primeras gotas del aguacero que debería barrer con las impurezas que lo enturbian todo.

(…) Habrá otro Nuevo Hombre en la alborada
de otro nuevo momento, que acertado
encontrará la senda, la ensenada

que en la tierra se adentre desde el cielo.
Y otra vida obtendrá del caducado
proyecto que hizo Dios en este suelo.

El buen lector de poesía debería tener a mano El hombre que te habita. Debería designarle un lugar privilegiado en su cabecera, no para el disfrute banal, el simple regodeo, sino para recordarse a sí mismo que amén de lo que digan los espejos, también lleva dentro a ese otro hombre imprescindible en estos tiempos.  

Pues te quedo muy agradecida, Yusnel Fleites.

2 comentarios:

  1. Felicitaciones, poetisa. Cuánto me alegra, que recibas merecidas valoraciones.

    Abrazos

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  2. Gracias amigo. Sé que pronto recibiré la tuya y me hace ilusión. Un abrazo.

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