Los autores repiten. Nuevamente nos visita Manuel Quiroga Clérigo que aporta a LA CEBADA AL RABO el esplendor de este poema. Gracias, Manuel, en mi nombre y el de los seguidores de esta sección de mi blogg que se honra en abrir sus brazos a narradores y poetas.
BAJO CIELOS DE ENERO
Para Gracinha Lumack, que vio el Cantábrico desde este Mirador de La Boriza y luego nos enseñó el Atlántico desde las alturas de Olinda y nos llevó a las playas de Porto Galinhas cuando en Recife era Enero y verano.
Para Lino García, intelectual texano y asturiano de corazón, hallado en la ciudad minera de Guanajuato y paseado por Madrid en un atardecer cervantino.
Foto de Antonia María Carrascal |
Hoy vivo la grandeza de los cielos de Enero
con los ojos abiertos a la mañana diáfana.
Las nubes de racimo, oscuras, impacientes
prometen alegría a magnolios y tréboles
aunque surgen espacios de algodón como lágrimas.
La lluvia inaugural desciende hasta las torres
cubre las islas verdes, eucaliptos, mercados
con la prisa apacible de alguna marejada;
acaricia los mirlos que vienen de los montes
dejando sensaciones de un sosiego infinito.
Unos pájaros breves vuelan por las orillas
de este mar silencioso de olas descansadas.
En todo el horizonte de azules presagios
surcados a deshoras por fragatas y aviones
van surgiendo colores de jardín y de oasis
como si descubrieran presencias inocentes
de cometas antiguas y recientes plegarias.
Luego con los pesqueros con su carga de sueños
recalando en bahías y ensenadas de azogue
cerca de donde viven las gaviotas reidoras,
tal vez para escuchar las campanas del martes.
a sauces amarillos náufragos del otoño,
cangrejos ausentes y fachadas de cal
cerca de acantilados con ermitas cerradas
asomándose al mar con dolores de ausencia.
A lo lejos, de pronto, sobre una aldea blanca
un sol de seda virgen deja caer sus rayos
ahuyentando el vapor de ciertas turbulencias.
Luego las claridades de primavera y algas
van cubriendo los porches, los tamarindos, puentes
mientras brisas de añil invaden con urgencia
llanuras invisibles y ballenas lejanas
y un viento decidido cubre la espuma inerte
de un Cantábrico en calma que olvida vendavales
cuando es mediodía en la planicie húmeda
donde llegan gaviotas, las palomas y tórtolas
salidas de de sus nidos a un conjuro de espejos.
Poco después volvemos la vista a los jardines,
a solares de tejos, limoneros o sauces
y entones los pulmones se ensanchan, reverdecen,
de medio de unas horas de lluvia silenciosa.
Recordamos ahora que en el mundo es enero
con sus cumbres de nieve y sus arroyos plácidos
y la mirada avanza hacia cielos de plata.
Manuel Quiroga Clérigo
Mirador de La Boriza (Llanes), 20 de enero de 2015.
Buen poema nos presentas, amiga. Muchas gracias.
ResponderEliminarAbrazos
Este poema se debe al cariño que los poetas, también los narradores, le tienen a LA CEBADA AL RABO. Son muchos sus seguidores.<<<<¡Te animas a colaborar? Un abrazo.
EliminarLa Naturaleza contada y cantada por alguien que la vive en directo, aunque dicho sea de paso, la tele en estos días nos la pinta que da miedo.- Gracias por compartir, Antonio y que no le falte comida a ese burro.- Un abrazo
ResponderEliminarAsí es, amigo. Son tiempos metereológicos difíciles. El burrito come de vuestras manos. ¿Tienes algo para él en las tuyas? Un abrazo.
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