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30 de enero de 2015

LA CEBADA AL RABO

Los autores repiten. Nuevamente nos visita Manuel Quiroga Clérigo que aporta a LA CEBADA AL RABO el esplendor de este poema. Gracias, Manuel, en mi nombre y el de los seguidores de esta sección de mi blogg que se honra en abrir sus brazos a narradores y poetas.


BAJO CIELOS DE ENERO

Para Gracinha Lumack, que vio el Cantábrico desde este Mirador de La Boriza y luego nos enseñó el Atlántico desde las alturas de Olinda y nos llevó a las playas de Porto Galinhas cuando en Recife era Enero y verano.

Para Lino García, intelectual texano y asturiano de corazón, hallado en la ciudad minera de Guanajuato y paseado por Madrid en un atardecer cervantino.

Foto de Antonia María Carrascal

Hoy vivo la grandeza de los cielos de Enero

con los ojos abiertos a la  mañana diáfana.

Las nubes de racimo, oscuras, impacientes

prometen alegría a magnolios y tréboles

aunque surgen espacios de algodón como lágrimas.

La lluvia inaugural desciende hasta las torres

cubre las islas verdes, eucaliptos, mercados

con la prisa apacible de alguna marejada;

acaricia los mirlos que vienen de los montes

dejando sensaciones de un sosiego infinito.

Unos pájaros breves vuelan por las  orillas

de este mar silencioso de olas descansadas.

En todo el horizonte de azules presagios

surcados a deshoras por fragatas y aviones

van surgiendo colores de jardín y de oasis

como si descubrieran presencias inocentes

de cometas antiguas y recientes plegarias.

Luego con los pesqueros con su carga de sueños

recalando en bahías y ensenadas de azogue

cerca de donde viven las gaviotas reidoras,

tal vez para escuchar las campanas del martes.

Hay un olor a hierba, a día de mercado,

a sauces amarillos náufragos del otoño,

cangrejos ausentes y fachadas de cal

cerca de acantilados con ermitas cerradas

asomándose al mar con dolores de ausencia.

A lo lejos, de pronto, sobre una aldea blanca

un sol de seda virgen deja caer sus rayos

ahuyentando el vapor de ciertas turbulencias.

Luego las claridades de primavera y algas

van cubriendo los porches, los tamarindos, puentes

mientras brisas de añil invaden con urgencia

llanuras invisibles y ballenas lejanas

y un viento decidido cubre la espuma inerte

de un Cantábrico en calma que olvida vendavales

cuando es mediodía en la planicie húmeda

donde llegan gaviotas, las palomas y tórtolas

salidas de de sus nidos a un conjuro de espejos.

Poco después volvemos la vista a los jardines,

a solares de tejos, limoneros o sauces

y entones los pulmones se ensanchan, reverdecen,

de medio de unas horas de lluvia silenciosa.

Recordamos ahora que en el mundo es enero

con sus cumbres de nieve y sus arroyos plácidos

y la mirada avanza hacia cielos de plata.

Manuel Quiroga Clérigo
Mirador de La Boriza (Llanes), 20 de enero de 2015.

4 comentarios:

  1. Buen poema nos presentas, amiga. Muchas gracias.

    Abrazos

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    1. Este poema se debe al cariño que los poetas, también los narradores, le tienen a LA CEBADA AL RABO. Son muchos sus seguidores.<<<<¡Te animas a colaborar? Un abrazo.

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  2. La Naturaleza contada y cantada por alguien que la vive en directo, aunque dicho sea de paso, la tele en estos días nos la pinta que da miedo.- Gracias por compartir, Antonio y que no le falte comida a ese burro.- Un abrazo

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    1. Así es, amigo. Son tiempos metereológicos difíciles. El burrito come de vuestras manos. ¿Tienes algo para él en las tuyas? Un abrazo.

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