BLOG DE ANTONIA MARÍA CARRASCAL

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30 de julio de 2015

RESEÑA

Hay en este libro poemas cuantiosos, refinados, de gran belleza, musicales.   

 De la pluma de Manuel Quiroga Clérigo, secretario general de la Asociación Colegial de Escritores de España (ACE España), me llega esta reseña de mi libro "El hombre que te habita"




 ANTONIA MARÍA CARRASCAL: “¿QUERRÍAS TÚ SEMBRAR UN BOSQUE?”.
PUBLICA “EL HOMBRE QUE TE HABITA”, EDÍLICA, SEVILLA, 2014,  62 PÁGS.

Termino de leer el precioso poemario de Antonia María Carrascal “El hombre que te habita” cuando escucho la triste noticia del cierre del Café Comercial de Madrid, lugar donde la vida se hacía literatura y donde la poesía solía tener algunos escaños. Era notoria la presencia de interesantes escritores, como ya rememorara Camilo José Cela, en “La colmena” y, últimamente, entre la serie de poetas anónimos y de enamorados casi furtivos, pudimos conversar largamente con Tomás Segovia, un creador muy estimado por varias generaciones.
Pero enseguida llega otra noticia terrible. Perú rescata de la selva a 39 mujeres y niños que durante 30 años han sido retenidas por Sendero Luminoso, tras haber sido las mujeres destinadas a ser esclavas sexuales y cuyos hijos, nacidos debido a las violaciones que sufrieron sus madres, estaban siendo adoctrinados en las enseñanzas del maoísmo para ser destinados a la guerra contra el ejército y el estado peruano.
Luego está todo lo demás, Rajoy rodeado de su cohorte con promesas y más promesas, la condena a muerte del hijo de Gadafi, Grecia y sus exigencias a los malvados europeos, Obama refrendando con su presencia a los gobiernos escasamente democráticos de Kenia y Etiopía, la cuestión catalana de la que ya hablaban Joaquín Costa y Pí i Margall , los depredadores de la Bolsa, la muerte del abuelo de la Reina Letizia, que no es reina de ninguna parte porque la Constitución sólo habla de un Rey y no de sus parientes, Ana Patricia Botín nombrada consejera del primer ministro británico a ver si así la banquera llega a fin de mes, la protección de Villar de Cañas como reserva para las aves (grullas, avutardas y sisones), a fin de evitar la instalación de un cementerio, denominado almacén temporal de residuos nucleares. De un trabajo para mi hija o mi sobrina no se dice nada.
Este es el mundo en que vivimos, el mundo que nos habita, diríamos, casi con palabras de la escritora sevillana. Así que poco pueden hacer los poetas ante tal estado de cosas; incluso muchas veces sus versos se quedan olvidados en cajones antiguos. Pero, pese a todo, la poesía existe y sigue siendo parte del universo de las desigualdades y violencias que suelen desconocerse.
Y entonces vuelvo a las páginas de la hermosa recopilación de versos de Antonia María. Y leo la primera cita del libro, que es de José Luis Sampedro, el tan recordado: “No hemos aprendido a vivir como humanidad, la humanidad está por hacer”. Llega la primera parte del volumen, titulada “Al pie del infortunio”, donde el ser humano, el planeta Tierra, la amargura cotidiana, los afectos y otras cuestiones conforman un espacio de reflexión y, a veces, de preocupada ternura en que, efectivamente, el mundo de las noticias suele estar presente incluso desgarradora y tristemente. “En este suelo, el hombre-escribe la autora en el primer poema-/agota manantiales hasta exprimir la teta que amamantar podría estériles eriazos;/rastrea su intestino/para inmolar en piras/el calor de su sangre;/volcánica erupción de muerte dolorida”. Si, la poesía también forma parte de todos los secretos de un mundo a la intemperie, entonces, poco importa que las editoriales presten escasa atención a la labor de los poetas o que no se compren sus libros o se remunere su trabajo. El segundo poema de este libro es “Hoy el hombre camina conmovido”; sólo tres de sus versos ya se yerguen como un monumento a la realidad de nuestra época: “Alarga la mirada/y contempla la vida en decadencia/al pie del infortunio”. Es la historia del ser humano cuyo trágico fin es, simplemente, una oscura meta pues se encuentra solo ante todas las adversidades. Así que caminar por esos senderos no es fácil pero, a veces, puede tenderse una mano, desear una cercanía con los demás, analizar los afectos que pueden acompañarnos. Por todo ello, tal vez, la autora de “Rumbo a Gaia”, una interesante muestra de literatura juvenil, pregunta: “¿Querrías tú sembrar conmigo un bosque?”. Falta hace sembrar, plantar árboles, cuidar el entorno cuando vemos que en estos veranos ardientes la simple desgracia, el descuido de seres irresponsables o algunos aborrecibles intereses, como pudimos conocer en la Galicia de hace veinte o treinta años, son capaces de destruir bosques enteros, arrasar senderos, calcinar castaños, devastar fauna y flora sin más contrapartida que el dolor y la miseria para todos. Dos sonetos seguidos, “Yo quisiera encontrar un nuevo credo” y “El hombre no me ofrece la esperanza” nos hablan del ser desvalido, egoísta y desasistido. “La paz le pido. Que avaricie olvide”, leemos. Luego llegan los sueños, o el sueño, la situación de la mujer en las sociedades caducas y ciegas: “Hermana escarnecida:/en el vientre gestante universal,/como son tus verdugos, ¡eras libre!,/pero fuiste a caer en las coyundas/que los bueyes pusieron en tu cuello”. Y eso sin mirar a otras esferas, a esas religiones de la opresión y el odio, a esas sociedades de la avaricia y la ingratitud. Posiblemente no se tenga en cuenta el valor de la vida, tanta es la necedad, la brutalidad de determinados individuos que el escuchar en una televisión a una especie de asno con zapatos que “la mujer es algo de usar y tirar” las personas, digamos racionales o decentes, se sienten avergonzadas aunque tales actuaciones no suelen conmover a las fiscalías, juzgados o autoridades, pero sí es cierto que el desprecio más profundo recae contra quienes profieran tales frases y, además, actúan de tal manera.

18 de julio de 2015

El hombre que te habita

Primer ciclo de poemas recitados por Antonia María Carrascal


9 de julio de 2015



Correspondiendo a la invitacion del pintor Javier Montes para que publiquemos en el Facebook algo más que fotos personales, aporto este cuadro de Adolf Gottlieb junto a un poema de mi autoría.

DESPUÉS DE TODO

Acaso ni después del caos innoble
el hombre se levante.
O quizás, sí. Quizás después de todo,
el camino lo inicie la explosión del averno
y en la copa del árbol calcinado
ya nunca más bebamos la tristeza.


Habrá que acostumbrarse
a la tierra asolada, a los cielos furiosos,
al aliento colérico con que eructa Vulcano
y, acaso más allá, en la oquedad ignota
donde en sosiego íntimo comulga el horizonte,
un triángulo de luz, —corazón de esperanza—,
nos procure salida.
Antonia María Carrascal