Los lectores siguen opinando.
Hoy me ha llegado ésta desde Madrid.
El hombre que
te habita devela el grito de muchos; devela un estallido de conciencia
poética de acusado civismo ambientalista que no deja, sin embargo, de ser esa
voz certera que engrana en su conjunto un texto de probado lirismo.
Antonia María Carrascal transita en su libro por la
vida mancillada de un mundo no salvado aún y necesitado de ese Hombre Nuevo que
revisita en sus versos, ya sea mediante sonetos de sobria factura o a través de
la versificación libre, despojada de oscurantismos metafóricos o hermetismos insulsos.
El hombre… ahonda
en los intersticios del ser moderno, ausente de sí mismo y de su propia suerte
como especie. Intenta —y consigue muchas veces— desarmar el entramado de
infortunios que ha sido nuestra historia, soslayada a veces en aspectos tan
vitales como el compromiso con el sitio donde nos toca pasar de un estado a
otro de nuestra existencia.
Me llamo Tierra y Diosa y madre y
soy/el vientre que a tu ser ama y sustenta. / Malherida de amor, rota y
sedienta/ me agoto sin saber a dónde voy (…)
En este suelo, el hombre/agota
manantiales hasta exprimir la teta/que amamantar podría/estériles eriazos (…)
Pero Antonia cree en la salvación, sobre todo en la que anida en la
conciencia de ese otro hombre que insiste, que no ceja en el propósito de
devolverse a sí mismo y a los suyos la esperanza.
Hoy el hombre camina conmovido/por las
sendas que ya no reconoce. (…) se afana en devolver /al agua su estructura,
/disolver el veneno/que al aire contamina (…) Y es que el hombre pretende/
reconquistar la tierra prometida (…)
Los veinticuatro poemas que conforman el libro podrían leerse como un
único gran poema/reclamo, que si bien trasciende su Sevilla natal, alude sin
remilgos al ahora herido de su terruño peninsular, sin dudas punto de partida y
eterno retorno de cada imagen salida de su vientre poético, de donde nacen
también las urgencias de otra de sus constantes: la mujer, como figura
liberadora, perfectamente capaz de latir de modo independiente y a la vez
devuelta al estado prístino de amante portentosa.
Te amaré porque sé que ignorante olvidaste/que
tu vida y mi vida transcurren a la par,
/que si arañas mi cuerpo es tu cuerpo quien sangra; /porque si yo me agoto eres tú quien
se agota (…)
Destaca
en su poesía la gracia del verso limpio, el alto vuelo de imágenes precisas, en
ocasiones cercanas a la conceptualización de un ensayo o manifiesto, pero perfectamente
situadas en el ámbito de la denuncia. Llama la atención la recurrente idea del
fin próximo, preapocalíptico si se quiere, moderadamente nominalizado en el
término agotar. Es quizás la palabra clave para llegar al centro mismo del
poemario, para entender las pistas que nos va dejando en su bregar lingüístico.
Antonia prefiere decir antes que
impactar; prefiere la palabra dura, filosa, antes que el torrente inasible de
asociaciones de dudosa consistencia, algo que desafortunadamente va tomando
cuerpo en la actual poesía española, más dada a la comercialización de la
«belleza» gratuita que al necesario regreso a la esencia misma de lo
genuinamente poético.
El hombre que te habita es un libro
rotundo. Su fuerza radica en el compromiso patente con el planeta que
habitamos, con las causas más nobles y en esa perenne rebeldía con causa que
emana de sus versos. Pero insisto, es un texto cabal, que de igual modo que
deja salir el desaliento permite la entrada de los pequeños pasos, de las
primeras gotas del aguacero que debería barrer con las impurezas que lo enturbian
todo.
(…) Habrá otro Nuevo Hombre en la alborada
de otro nuevo momento, que acertado
encontrará la senda, la ensenada
que en la tierra se adentre desde el cielo.
Y otra vida obtendrá del caducado
proyecto que hizo Dios en este suelo.
El
buen lector de poesía debería tener a mano El
hombre que te habita. Debería designarle un lugar privilegiado en su
cabecera, no para el disfrute banal, el simple regodeo, sino para recordarse a
sí mismo que amén de lo que digan los espejos, también lleva dentro a ese otro
hombre imprescindible en estos tiempos.
Pues te quedo muy agradecida, Yusnel Fleites.
Felicitaciones, poetisa. Cuánto me alegra, que recibas merecidas valoraciones.
ResponderEliminarAbrazos
Gracias amigo. Sé que pronto recibiré la tuya y me hace ilusión. Un abrazo.
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