Del libro "El latir de la piedra"
Antonia María Carrascal
Me sabe a pan la fruta de sus labios.
Le asusta dar a luz el alma
por el túnel de un beso
y florece el almendro en sus mejillas.
Me ahogo en sus esfínteres bucales.
Busco. Navego a contra trapo
y eludo el sabor de besos viejos
que acaso paladea todavía.
Campanar rozado,
golondrina primavera silente en las cuerdas del sonido,
salto a trampolín
desde el nervio borracho de la lengua
a investigar los óvulos calientes,
las olas nacaradas,
bajamar excitante de la risa
que distiende la riba en sus labios
o me adentro en su boca,
allí donde la sílaba trasiega
siempre a punto del éxtasis.
Contemplo en sus ojos,
como lluvia destello de bronce exuberante,
todo el sol saltando a la mañana;
y la beso, nuevamente
lar de uvas generosas,
y la dejo allende la puerta
para irla besando
el resto del camino.
Que verso tan exquisito, ahora que se nos acaba el año, Antonia.
ResponderEliminarQue tengas una magnífica entrada del 2015
Un abrazo
Gracias, José. Tener lectores de tu calidad humana y entendimiento literario es un lujo que agradezco en lo que vale. Un abrazo.
EliminarCómo disfruté de este libro, Antonia... Ir leyendo los poemas uno a uno, semana tras semana, según los ibas publicando en tu blog de "Palabra sobre palabra". Una semana para paladearlo y esperar el siguiente. No saber cuánto duraría aquello, desear que el final -inevitable- se aplazara... Me gustaría leer todos los poemarios de igual manera.
ResponderEliminarNunca pude imaginar, amigo Luisma, ese proceso de lectura de mis poemas que describes de manera tan bonita. Me siento orgullosa de mí por tus palabras. Los amigos, como tú, sois lo mejor que me he llevado de ese grupo. Un abrazo fuerte, fuerte.
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