Fotografía de DEN SAU PIN (Rusia)
Del libro "EL LATIR DE LA PIEDRA"
de Antonia María Carrascal
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No sé cómo hablarle de mis selvas,
de los tigres solitarios que me azuzo,
de la fiera incandescente, repetida,
que me avienta el aliento a los talones.
Lazarillo de mí mismo,
no sé cómo pegarme a sus sandalias.
Flor de hollín, mis cicatrices
abrirían sus labios en pétalos sangrantes
camino de tañidos funerales.
Porque se da tan limpia… ¡que hace daño!
¿Cómo puede comprender la acidez de las tabernas,
los cuervos herrumbrosos de la noche,
la lúgubre moneda con que el sol me apaga los hastíos?
¿Ofrendarla al águila delirio,
al humus sudoroso, asfalto en celo,
muelle loco de idas y zozobras?
de los tigres solitarios que me azuzo,
de la fiera incandescente, repetida,
que me avienta el aliento a los talones.
Lazarillo de mí mismo,
no sé cómo pegarme a sus sandalias.
Flor de hollín, mis cicatrices
abrirían sus labios en pétalos sangrantes
camino de tañidos funerales.
Porque se da tan limpia… ¡que hace daño!
¿Cómo puede comprender la acidez de las tabernas,
los cuervos herrumbrosos de la noche,
la lúgubre moneda con que el sol me apaga los hastíos?
¿Ofrendarla al águila delirio,
al humus sudoroso, asfalto en celo,
muelle loco de idas y zozobras?
Ella, ¡a la alquería del retorno!,
al patio del terruño
donde gaville las venas
que voy a robar al diente de la noche.
Yo sé
que en su pecho guarda en celosías
la luz de la razón
que no me llevo.
Hola Antonia: una muestra más de tu arte a la hora de componer versos. Tantas imágenes, tantas sensaciones transmites, que no queda otra que desear otro poema tuyo.
ResponderEliminarUn abrazo
Créeme, amigo José, que merece la pena seguir escribiendo aunque solo sea para recibir una opinión tan alentadora como la tuya. Gracias, amigo.
ResponderEliminarQué bien se me da este poema, amiga. Estupendo!
ResponderEliminarAbrazos
Gracias, José. Sabes que tu opinión es muy válida para mí. Un abrazo.
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