A nadie le interesa que la lluvia regrese
ni se para a
entender la labor de la hormiga.
Tal vez los
cocodrilos tengan alma
y no saben de copa que atesore su
llanto.
Nadie trenza las ramas
para que allí detenga el viento su
esqueleto.
Nadie abriga al reptil
ni comprende el veneno de la
ortiga.
A nadie le interesa que la lluvia
regrese
el brío a los veneros,
si ello impedimenta
el paseo del sábado.
Excelente, Antonia. Hoy he disfrutado de la lluvia, su ritmo acompasado en los cristales era un claro susurro de verde renacimiento. Un abrazo.
ResponderEliminarCorta, de tan necesaria, pero vivificante. Gracias, amiga.
EliminarMuy bueno, amiga. Qué bien se me da!
ResponderEliminarAbrazos
Ya ves, amigo Pichy, a vosotros os sobran tormentas y nosotros anhelamos la lluvia. Gracias por el comentario. Un beso.
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