He llegado a mi quinta y última intervención en esta rueda de poesía a la que generosamente me invitó la excelente poeta chilena Jeannette Muñoz Castilla (gracias, amiga). Hoy, dedicaré mi poema a los jóvenes lectores a los que solemos olvidar en la temática poética. Va por ellos. Gracias a quienes me han leído, comentado y animado en estos días. Me llevo una bonita experiencia. ¿Para cuándo el próximo?
La rana que no quería ser príncipe
Una rana a la orilla de una charca
tomaba a gusto el sol de mediodía;
a su lado una chica releía
cierto cuento, tumbada en una barca.
tomaba a gusto el sol de mediodía;
a su lado una chica releía
cierto cuento, tumbada en una barca.
—¡Oh— dijo la chiquilla—, qué monarca
más apuesto el que rana parecía
y a la Bella Durmiente muerta y fría
rescató y llevó hasta su comarca!
más apuesto el que rana parecía
y a la Bella Durmiente muerta y fría
rescató y llevó hasta su comarca!
Tú eres, rana —le dijo—, con certeza
un príncipe encantado, y yo la bella
que despierte a los besos de tu boca.
un príncipe encantado, y yo la bella
que despierte a los besos de tu boca.
Más la rana negó con la cabeza:
—No quiero de ese cuento ser la estrella.
Sólo quiero ser rana y tú… ¡estás loca!
—No quiero de ese cuento ser la estrella.
Sólo quiero ser rana y tú… ¡estás loca!