EL LATIR DE LA PIEDRA es una historia al revés. Un intento de comprender si el amante libertario sufre al ver los estragos que esa libertad provocan en la amada. De él os dejo este poema.
¿Qué harás sin mí tras de mi muerte? —le digo—.
Y ella en pie ante la ventana
quizá cuente el secreto a la estrellas.
Porque yo he de morir antes que tú
triturado en el hambre de estas alas.
Y ella arregla una arruga inexistente
y mi voz la electrocuta
y se acuna en sus brazos
y se funde en el crepúsculo
gigante de horizonte,
alquibla del paisaje más soñado,
periscopio de luz envuelto entre las sombras.
Y a mí,
¿qué pleamar me inunda el pecho,
qué nebulosa de acero me frena la palabra
que minúsculo alambre me apego a sus imanes?
Seco, duro y bronce,
contengo su oleaje
molino de mi aceite.
¿Qué harás sin mí? —pregunto.
Y ella estrena el lenguaje del rocío
y en agua germinal me da la vida
que yo ahogo
en su aliento
de gacela.
Y ella en pie ante la ventana
quizá cuente el secreto a la estrellas.
Porque yo he de morir antes que tú
triturado en el hambre de estas alas.
Y ella arregla una arruga inexistente
y mi voz la electrocuta
y se acuna en sus brazos
y se funde en el crepúsculo
gigante de horizonte,
alquibla del paisaje más soñado,
periscopio de luz envuelto entre las sombras.
Y a mí,
¿qué pleamar me inunda el pecho,
qué nebulosa de acero me frena la palabra
que minúsculo alambre me apego a sus imanes?
Seco, duro y bronce,
contengo su oleaje
molino de mi aceite.
¿Qué harás sin mí? —pregunto.
Y ella estrena el lenguaje del rocío
y en agua germinal me da la vida
que yo ahogo
en su aliento
de gacela.