Foto tomada de la red |
VII
A tu tierra fui a sembrarme
y en el mar tengo los ojos
y la cabeza en el aire.
XXII
Ese chiquillo me quiere
con el cuerpo de dolora
y el alma de miserere.
XXXIV
Cuando el corazón no late
hay que dejarlo en barbecho
o sembrarlo en otra parte.
Me encantan tus soleares. Algunas tengo escritas. Un día de estos las subiré.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muy buenas, amiga. Por acá quedaron esas raíces.
ResponderEliminarAbrazos
Lamento no contestaros por separado, amigos, pero no me funciona el apartado responder.
ResponderEliminarGracias, Pepiola Busilis, me alegra que te hayan gustado. Deseando ver las tuyas.
A ti, mi querido amigo de allende los mares, te diré que me alegro de que quedaran en Cuba reminiscencias de nuestra Soleá. Me encanta verte por aquí con tus cariñosos comentarios. Espero y deseo que estés bien y que sigas dotando a la poesía del bien hacer de tu pluma. Un abrazo enorme.
Hermosas soleares, llevan tu sello. Un gran abrazo.
ResponderEliminarpreciosas soleares, llegan hondo!! un beso grande
ResponderEliminarGracias, María José; gracias, Almudena. Me siento emocionada con vuestros comentarios. Un abrazo enorme para las dos.
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