El perro ha hecho del hombre su dios, si el perro fuera ateo sería perfecto.
PAUL VALERY
Yo tengo dos en la actualidad pero hoy sólo voy a hablar de Saulo.
Saulo es un mastín del Pirineo grande, ganso, lanudo y baboso. Llevo ocho años intentando evitar sus babas que él deja con generosa alegría en mis más preciados atuendos.
En sus ocho años de existencia, sólo ha aprendido una orden: "ven". Cuando oye esta mágica palabra, se iluminan aún más sus ojos limpios y arremete contra mí suave, pero con tal intensidad que ambos casi perdemos el equilibrio mientras que su rabo pendulante azota mis muslos ya de ante mano doloridos.
No hace mucho enfermó de Lismaniosis y sentí que mi mundo zozobraba al verlo derrumbado. Confieso que jamás cuidé de mi salud como la hice con la suya...
Hoy, que ya está restablecido, es aún más ganso y baboso que antes, pero yo dudo que en la Tierra exista un dios que tenga un adepto que le complazca más (dios pequeño de su pequeño mundo), de lo que a mí me complace mi perro
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