No lo veas.
Tiene la rapidez del reptil y la suavidad del canto.
No lo veas. Te
acecha desde lejos y escurre el bulto sigiloso.
No lo veas.
Tiene cilios en la piel y espinos que tachonan subterráneos y oquedades.
Está. Pero siempre bajo el signo de la huida.
Proclama la
amistad bajo el augurio de los dioses más terrestres
pero no se presenta cuando el alma…
No lo busques
porque se esconde bajo el manto de la sombra de una copa, bajo la copa del
manto de una sombra…
No lo quieras
o todas las lluvias del orbe se te ceñirán a los hombros de las cuencas.
No ames las
esquinas de su porte de viento, que la tierra y el aire se incompletan.
No lo quieras
mientras te quede en el alma un poco de ansia de sosiego.
No lo ames que
está seco para el amor y ya lo está sembrando por otras latitudes.
Antonia María Carrascal
Terreno espinoso el que planteas, amiga, claro que cuando la cosa es tan evidente como el que muestra la viñeta, poco hay que decir.
ResponderEliminarUn abrazo
La viñeta puede ser el último eslabón de la cadena, Pepe. Un abrazo.
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