Poema infantil y no tanto.
Una rana a la orilla de
una charca
tomaba a gusto el sol de
mediodía;
a su lado una chica
releía
una historia tumbada en
una barca.
—¡Oh— dijo la chiquilla—,
qué monarca
más apuesto el que rana
parecía
y a la Bella Durmiente
muerta y fría
rescató y llevó hasta su
comarca!
Tú eres, rana —le dijo—, con
certeza
un príncipe encantado, y
yo la bella
que despierte a los besos
de tu boca.
Más la rana negó con la
cabeza:
—No quiero de ese cuento
ser la estrella.
Sólo quiero ser rana
y tú… ¡estás loca!
Me resulta muy bien, amiga. de muy buen gusto.
ResponderEliminarBeso