1.
No
podríamos valorar verdaderamente la conveniencia de la luz si no conociéramos
las dificultades de la sombra.
Ya
sabéis que “Rumbo a Gaia” es una novela para leer desde los doce a los ciento
veintidós años. A lo largo de sus páginas no hay mejor cometido que el de
lograr los ocho objetivos que publiqué ayer en mi post anterior.
A
veces, por maduros que nos consideremos, nos rebelamos ante la adversidad, y
frases como: “Todo me tiene que tocar a mí” o “¿Qué habré hecho yo para merecer
esto?”, se enredan a los labios, obnubilan la mente, atenazan el corazón y, lo
que es peor, sirven como excusa para no luchar, aceptando, sin más, que lo
bueno, lo disfrutable, lo placentero nos está vedado. Nos acostumbramos así a un
estado de ánimo que impedimenta todo goce. Total, ¿para qué te vas a alegrar,
reír, congratular…, si crees firmemente que a continuación la desgracia se
volverá a cebar en ti anulando el placer que produjo lo bueno? “¿Ves todo lo
que me estoy riendo? Pues más voy a llorar —he oído decir a alguna gente.
Cuándo
nos planteamos profundizar en la esencia de lo que nos acontece, resulta
valioso si lo comparamos con su antagónico. No se aprecia con más placer el
agua que desde la más intensa sed, ni la frescura después del calor o el abrigo
cuando estamos ateridos.
¿Por
qué entonces, cuando sufrimos un revés de cualquier índole, ni siquiera
pensamos en la posibilidad de que, después del acontecimiento doloroso, hemos
ganado algo bueno?
¿Que
qué es eso bueno? Cada cual saque sus conclusiones. A mí se me ocurren de
momento: fortaleza para saber encajar los reveses, madurez para enfocar algo
distinto; creatividad, comprensión, dinamismo...
Yo
tengo mi frase que me ayuda en los momentos difíciles: “Experiencia que no
mata, enriquece”. Se trata en definitiva de lo que dice la frase que hoy he
extraído para vosotros:
No podríamos valorar verdaderamente la
conveniencia de la luz si no conociéramos las dificultades de la sombra.
Ea,
pues a reflexionar…
Antonia María Carrascal
Una frase muy acertada, Antonia, y es muy cierto que se puede aplicar a la vida en general ya que no sabemos lo que tenemos hasta que no nos falta. Así que habrá que seguir navegando hacia Gaia para seguir aprendiendo.
ResponderEliminarUn abrazo
Eso pienso yo, Pepe. Si nos movemos en la dualidad, no creo que sea por un error del Creador. Un beso.
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